¡Morito y Yo: La Batalla de la Bodega que Terminó en Risas (y un Puesto)!
¡Hey!,
Seguimos por acá, con una anécdota de mi paso por Berlín.
Como dije en mi
post "La Melodía del Esfuerzo: Acordes y Desacordes en un Sur
Extraño", ganarme un espacio en Mantenimiento no fue un picnic con
unicornios. Para algunos, fui "un desafío, una piedra en el camino";
para otros, "un dulce aliciente". Pero la verdad es que mi mayor
desafío diario tenía nombre y apellido: Morito, el bodeguero de Berlín.
El Guardián del Inventario y Nuestro Enfrentamiento Inicial
Morito era el
guardián del inventario y nuestro apoyo logístico con los repuestos. Sonaba a
paz y armonía, ¿verdad? ¡JA! Morito y yo éramos como el aceite y el agua... o
mejor dicho, como un martillo y mi paciencia. No recuerdo por qué discutíamos,
pero juro que salía de esa bodega o llorando de frustración o con un enojo de
mil demonios, y él siempre con cara de pocos amigos. Creo que era una guerra
silenciosa por quién tenía la razón, una batalla de voluntades donde cada uno
quería imponer su "manera". Y Morito, con su genio... digamos que no
era precisamente un alma zen.
El Caos en la Gerencia y Nuestra Inesperada Tregua
El problema es
que nuestro verdadero jefe era la incertidumbre. Con una
rotación de ellos que nos dejaba más tiempo en la improvisación que bajo un
mando constante (¡apenas duraban seis meses, y luego nos dejaban dos sin
ninguno!), alguien tenía que tomar las riendas. Y ese alguien, ¡oh sorpresa!,
era yo. Así que, un día, en medio de la bodega de abajo, con el olor a grasa y
el eco de nuestra última riña, nos sentamos a hablar. Y de alguna forma mágica
(o por el cansancio de tanta pelea), terminamos pidiéndonos disculpas y
dándonos un abrazo. ¡Imagínense la escena! Fue un momento "tenemos que
remar para el mismo lado o este barco se hunde con nosotros dentro". Y sí,
había que hacerlo. Agradezco infinitamente a ese gran equipo, porque sin los
técnicos y sin Morito, el área simplemente no habría sobrevivido.
La Coexistencia Divertida: Burlas y Rituales de Viernes
Después de nuestra tregua, vino la era de la "coexistencia divertida". La planta era un manicomio organizado, pero siempre encontrábamos un motivo para soltar una carcajada. Y aquí viene lo bueno: Morito nunca me hacía bromas. ¡Era al revés! Yo era su némesis bromista particular. Por mucho tiempo fue el protagonista de mis historias en Instagram.
Recuerdo
perfectamente los viernes. La planificación tenía que estar lista temprano, los
repuestos organizados para el domingo, y yo... bueno, yo tenía mi propia
misión: molestar a Morito hasta que dejara todo impecable para poder irnos.
"¡MORITOOOOOOOOOOOOOOO!
¡HOY ES VIERNES, ES VIERNES, ES VIEEEEERNES!", le cantaba yo, con toda mi
peculiar efusividad, mientras él intentaba concentrarse.
Y él, con su
cara de "te voy a lanzar un rodamiento", me soltaba un "¡Sale
pa' allá!" y uno que otro "garabato" que, por respeto a las
buenas costumbres, me reservo contar aquí. Pero su enojo era ya parte del
ritual, una melodía en nuestra sinfonía del caos.
El Crecimiento de Morito y el Traspaso del Puesto
Ver el
crecimiento de Morito fue digno de admirar. Tenía tanto que dar y yo lo sabía,
confiaba en él ciegamente. Mientras terminaba su carrera de Ingeniería,
transformó la bodega en un laboratorio de eficiencia, aplicando indicadores y
mejoras que yo ni soñaba.
Así que, cuando decidí desplegar mis alas e irme por segunda vez a Italia, no dudé ni un segundo. Lo recomendé para mi puesto sin pensarlo dos veces. Sabía que él lo haría increíble.
Y no me
equivoqué. Cuando llegó el momento de "drenarle" todo mi conocimiento
(y vaya que no sabía cuánto había acumulado), nos pusimos manos a la obra.
Caminamos juntos la senda de la transición de la manera más divertida y amena
posible. Fue como un "adiós" en clave de comedia, dejando atrás las
peleas por el inventario y celebrando la amistad que nació de un caos
organizado. ¡Morito, el martillo se volvió mi mejor herramienta (y mi víctima
favorita)!
Reflexiones Finales: Un Legado de Amistad y Oportunidades
Y así fue como, entre risas y traspasos de responsabilidades, Morito tomó las riendas de mi puesto. Mi vuelo a Italia ya no era solo un sueño, sino una realidad palpable, respaldada por la confianza de saber que el área quedaba en las mejores manos. Un final agridulce, sí, pero lleno de la satisfacción de dejar un legado y una amistad que, como los “buenos repuestos”, ¡siempre estará disponible!
Esta experiencia me enseñó que, incluso en los entornos más desafiantes, la comunicación honesta y la disposición a encontrar puntos en común pueden transformar por completo las dinámicas. La resiliencia y la capacidad de ver el potencial en los demás no solo enriquecen nuestras relaciones, sino que también abren puertas inesperadas para el crecimiento de todos los involucrados. A veces, las personas con las que más chocamos son las que terminan enseñándonos las lecciones más valiosas.
¿Alguna vez te encontraste con un 'Morito' en tu vida laboral? ¿Esa persona con la que chocabas al principio, pero que terminó siendo un pilar fundamental?
Que buena historia, y es que no hay mal que por bien no venga... Las peleas terminaron en recuerdo y anécdotas de una bonita amistad!. Con respecto a la pregunta, ¡Si! Conocí a alguien que en mis inicios de vida laboral me caía mal! Pero MAL! Me parecía creída, odiosa y no me provocaba ni hablarle, pero por cosas de la vida nos tocó estar juntas un buen tiempo y ahora es mi mejor amiga!. Que bueno que la vida nos juntó!.
ResponderEliminar¡Me encanta esa historia Harley! Las vueltas que da la Vida. Que Maravillosas son. :)
EliminarQue lindo como terminó la historia 🥹
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