Algoritmo del Día: Las Conexiones Inesperadas en Nuestro Álbum de Vida
¡Holaaaaa!, hoy vamos con el algoritmo del día....
Estaba en una de mis habituales charlas con Paola. A pesar de la distancia que a veces se interponía como un cristal empañado, nuestras conversaciones siempre fluían como si estuviéramos tomando ese café juntas (ella café, yo agua), como tantas veces. Ella, al otro lado de la línea, tenía esa mirada que le da cuando está a punto de soltar una de sus reflexiones profundas, esas que siempre me hacen ver las cosas desde un ángulo nuevo.
Yo, mientras la veía sorber su bebida, estaba pensando en cómo las amistades, a lo largo de la vida, son un tanto caóticas, pero maravillosas a su manera. Fue entonces cuando se me ocurrió una analogía un poco peculiar.
—Paola —le dije, con una sonrisa traviesa—, ¿sabes en qué me he puesto a pensar hoy? Que la vida es como un álbum de fotos, pero con las amistades todas revueltas.
Ella me devolvió la sonrisa, con esa complicidad que solo las amigas de verdad entienden, incluso a través del teléfono. —¿Un álbum de fotos revuelto? ¡Me encanta! Explícate, que ya veo que tu mente está maquinando algo interesante.
—Pues mira —continué, entusiasmada con mi idea—. Cuando éramos niñas, en el colegio, las amistades eran como figuritas que pegábamos en un cuaderno de recuerdos. Tenías a la 'mejor amiga para siempre', con la que compartías hasta el último secreto garabateado en un papelito. Al amigo que siempre te hacía sonreír con sus ocurrencias... Eran intensas, exclusivas, y jurábamos que esas páginas durarían eternamente, ¿verdad?
La vi asentir al otro lado, con esa nostalgia en los ojos que compartimos por esos años de infancia despreocupada. —¡Totalmente! Y si te peleabas con esa 'mejor amiga', era como si esa foto se hubiera arrancado del cuaderno y se hubiera acabado el mundo. Drama nivel telenovela venezolana. —¡Sobre todo tú, que cuando te enojabas parecías un robocito caminando! —me dijo en tono de burla.
—Pero luego —seguí—, llega la adolescencia, la universidad... y esas figuritas empiezan a despegarse un poco. Conoces gente nueva, con otros intereses, otras vibras. Ya no eres solo 'la del grupo de siempre'. Aparecen los amigos de los deportes, los compañeros de clase con los que sufres los madrugones... Algunos de los antiguos se quedan en una página del álbum que revisitas con la mano de vez en cuando, con una sonrisa. Otros, se alejan sin previo aviso, como fotos que simplemente no volvieron a aparecer en las siguientes secciones.
Paola asintió, absorta en sus pensamientos mientras me escuchaba atentamente. —Es verdad. Hay gente de esa época a la que no veo hace siglos, pero si nos volvemos a encontrar, es como si el tiempo no hubiera pasado. Hay una conexión que permanece latente.
—Y luego, la vida adulta... —dije, suspirando dramáticamente—. ¡Ahí es donde el álbum se convierte en un collage caótico! Los amigos se dispersan por diferentes ciudades o países, y nos llegan noticias de bodas y bebés desde lugares remotos... Ya no puedes quedar 'mañana'. Organizar un encuentro es una odisea, requiere logística de cumbre.
Ambas soltamos una carcajada, reconociendo esa verdad universal. —¡Ni que lo digas! Antes era '¿quedamos en el parque?', ahora es '¿cuándo tienes un hueco en la agenda del mes que viene?'.
—Pero lo curioso —reflexioné, mirando mi propia lista mental de personas importantes—, es que, aunque los encuentros sean menos frecuentes, la calidad de la amistad evoluciona. Con algunos, las charlas por teléfono o los largos mensajes escritos se vuelven más profundas, más reales. Ya no compartes solo el último chiste, sino miedos, logros, esas reflexiones nocturnas que no le contarías a cualquiera. Y otros, aunque solo los saludes con una sonrisa de vez en cuando, son como esas fotos que sabes que siempre estarán en el álbum, en alguna parte, como un recuerdo fijo.
—Y hay amistades que te sorprenden, ¿verdad? —pregunté, recordando a algunas personas que habían llegado a mi vida más tarde—. Gente que el destino pone en tu camino o que conoces a través de un amigo en común, y de repente sientes una conexión instantánea. Son como fotos nuevas que se añaden al álbum sin seguir ningún orden lógico, pero que encajan perfectamente.
Aquí hice una pausa, mirando a Paola a través del teléfono. Sabía que ella entendería lo que iba a decir a continuación. —Y también están esas... esas fotos que quitas del álbum, esos capítulos que se cierran para siempre, ¿sabes? Esas amistades que un día, sin una razón clara, simplemente se desvanecen. Personas que eran parte de tu día a día, con las que compartías historias y risas, y de repente, el silencio. Es como si esa página del álbum se hubiera quedado en blanco, sin dejar rastro. Esas son las que te dejan pensando, aunque a veces entiendes que las conexiones también tienen su propio ciclo.
Paola asintió lentamente, su mirada comprensiva atravesando la distancia. —Sí, esas son las fotos fantasma del álbum. Pero incluso esas, a su manera, te enseñan algo sobre las dinámicas de las relaciones. Te recuerdan que algunas conexiones son más fuertes que el tiempo o la distancia.
—Exacto —respondí, volviendo a la analogía inicial—. Porque al final, este álbum de amistades, un objeto tangible de nuestra vida, no es una cronología lineal. Es una colección de momentos, de interacciones, de personas que han dejado su huella, aunque sea un recuerdo fugaz o una nota al margen. Hay fotos borrosas por el tiempo, algunas un poco descoloridas, otras nítidas y vibrantes. Algunas se repiten en diferentes secciones de nuestra vida, con las mismas caras pero con diferentes peinados o sonrisas más maduras. Y lo divertido es que nunca sabes quién te regalará una nueva foto o quién te llamará por sorpresa, añadiendo una nueva página a este álbum en constante evolución. Y sí, también hay esas fotos viejas y olvidadas que te recuerdan lo efímero que puede ser todo, pero también lo valioso de quienes permanecen.
—¡Me encanta tu analogía! —exclamó Paola, sonriendo ampliamente. —Y tienes toda la razón. Este álbum desordenado, con sus recortes y sus cartas guardadas, cuenta la historia de quiénes somos y con quiénes hemos compartido este viaje. Y eso, None (como suele decirme cariñosamente Pao), es pura magia aleatoria, ¡incluso a través de una simple llamada telefónica!
¿Cuál es esa "foto" en tu propio álbum de amistades que más te sorprende hoy, ya sea por cómo llegó o por lo mucho que ha cambiado?
¿Has tenido alguna "página invisible" en tu álbum de amistades, esa que se desvaneció sin explicación? ¿Qué aprendiste de esa experiencia?
Fuentes:
Imagen disponible en: https://pixabay.com/es/photos/fotos-las-manos-retener-viejo-256887/
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