La Melodía del Esfuerzo: Acordes y Desacordes en un Sur Extraño
¡Hola! ¡Hola!
Quisiera ser menos efusiva, pero no sabes la euforia que me surge cada vez que escribo o publico.
Oye! (bueno lee) Vamos a ser disruptivos a veces, recuerda que lo que escribo aquí no tiene un orden en específico, puedes ir y venir entra cada escrito, y conectarlos como quieras, o eso es lo que intento hacer yo.
Pero si me vienes leyendo de antes, te invito a que conectes mi siguiente historia, con el día que desplegué alas...
Si la migración es una sinfonía, entonces el trabajo en un país ajeno es, sin duda, su movimiento más complejo. Un compás nuevo, con ritmos desconocidos y, a menudo, una tonalidad menor que se empeña en colarse entre las notas. En mi caso, la melodía laboral en este sur extraño comenzó con una cacofonía (es la disonancia que produce la combinación inarmónica de sonidos en una frase o palabra. La palabra, como tal, proviene del griego κακοφωνία (kakophonía), que se compone de las raíces κακός (kakós), que significa ‘malo’ o ‘desagradable’, y φωνή (phoné) que significa ‘sonido’) *1. La promesa de la independencia, ese anhelo que me trajo hasta Chile, tenía su precio: las horas se estiraban y los desafíos culturales se presentaban como una orquesta desafinada. (Sí si, como verás metí la música por acá, pero que mejor ejemplo que combine con el título que te he dado).
Dirás que en
cada página me sumerjo en recuerdos vívidos, y es que, créeme, así los siento.
Son destellos del alma que aún vibran en mí. Aunque confieso que mi memoria no
siempre es perfecta, y hay tesoros que a veces se me escapan. No por falta de
valor, sino porque mi mente, en su dulce capricho, a veces hace un
cortocircuito y simplemente no los retiene, como si los guardara en un rincón
secreto para re-descubrirlos después (que romántica soné, pero si tú que me lees,
y tienes alguna relación conmigo, y en nuestras conversaciones no logré
recordar algo, re lee lo de arriba y sabrás por qué).
Pero bueno, al
grano: la historia de mi vida laboral.
(Mientras tanto,
mi querida Paola vivía su propio torbellino, aprendiendo un nuevo idioma y
tejiendo los hilos de una vida de casada).
Mi camino
profesional, como ya lo dije, fue un laberinto silencioso. Y aunque llevaba en
mi equipaje la experiencia de caminos ya andados, la llegada a cada nuevo lugar
era un desafío que abrazaba con la esperanza de lo desconocido. ¡Y vaya si lo
fue!.
Mi llegada a "Berlín"
(así, con cariño, decidí bautizarla, pues lleva el nombre de una ciudad Alemana)
fue una verdadera revolución en mi ser. Me adentraba en un área que se sentía
nueva, no del todo ajena, pero con matices distintos a lo que mi corazón ya
conocía. Me encontré en un rol tan peculiar que, al principio, ¡parecía tener
más jefes que compañeros! Jajaja, es un engaño, pero casi.
Me sumergía en
ese mundo que, al parecer, hoy en día es un espacio dominado por los hombres: “Mantenimiento”
(en otro escrito, veremos las vueltas de la vida, de cómo teniendo otra
profesión, termino envuelta en el lado oscuro). De Berlín, guardo siempre la
melodía de su gente, a todos esos integrantes de esa "Sinfónica" que,
en conjunto, a menudo entonaban una sinfonía armoniosa… o, a veces, una
disonancia con encanto propio.
El primer año
fue un lienzo en blanco para el reconocimiento y la adaptación, un baile
delicado para comprender cada compás. Como te conté, la adaptación fue un
ejercicio de paciencia y resiliencia, una lección grabada a fuego en mi alma.
Siendo honesta, me sentía como un pollito extraviado, un alma en busca de su
nido. Recuerdo entrar a reuniones donde el eco de las palabras se perdía, no
solo por la jerga de aquel "país" corporativo, sino por la enigmática
forma en que los líderes de cada área tejían sus hilos. Fueron días de frustración
que abrazaba, donde parecía que cada lección aprendida se desvanecía. Era como
empezar a aprender los pasos de una nueva y compleja danza.
Mi conexión con
el equipo, ¡ah, esa es una historia bien recordada! Para algunos, fui un
desafío, una piedra en el camino; para otros, un dulce aliciente. Pero en el
fondo, la esencia siempre fue la misma: encontrar el ritmo, el compás, y remar
juntos en la misma dirección, como un solo corazón latiendo. (me puse muy
melosa aquí, pero de alguna manera u otra tenía que buscar una comparación).
Con los chicos del área, tengo un sinfín de historias que contar. Nos organizábamos cada día para cumplir las tareas y abordar cualquier imprevisto. Ahí estaba yo, guiada por mi compromiso, mi curiosidad y mi alegría, sirviéndoles de apoyo y guía en los trabajos. No hubo un solo proyecto en el que no nos sacáramos una sonrisa mutuamente, incluso en esos momentos difíciles donde pensábamos que todo estaba perdido. (Prometo ir contando más de estas historias en páginas futuras).
Lo más hermoso
de esta etapa de mi vida fue la autonomía que floreció en mí. Guardo una
profunda gratitud para quienes, depositaron en mis manos las riendas de mi
propio vuelo. Especialmente a Don Manuel, a quien cariñosamente considero mi
"Papá laboral".
Don Manuel, una
figura verdaderamente ilustre (así quise definirlo, déjenme por favor 😀). Al
principio de su jefatura, me hacía sentir un poco prisionera, confieso que su
"tonada" era un misterio para mí. Pero, ¡ay!, con el paso de los
días, descubrí la nobleza de su espíritu: un hombre estructurado, disciplinado,
y con un corazón inmenso que aún hoy sigue latiendo con la misma fuerza. De él
aprendí lecciones invaluables, y el hecho de que me diera alas para seguir mi
propio camino, eso... eso, simplemente no tiene precio. Es un regalo que atesoro más
allá de cualquier medida.
Y así, mientras la melodía de "Berlín" comenzaba a sonar con sus propios acordes y, a veces, con sus desacordes, me di cuenta de que mi propio esfuerzo era la batuta que dirigía esta sinfonía en un "Sur" que, aunque extraño al principio, se estaba convirtiendo en mi hogar. Cada desafío, cada sonrisa compartida y cada lección aprendida eran notas que se sumaban a esta composición única de mi vida.
¿Hay alguna persona en tu vida profesional que consideres un "director de orquesta" o un "papá/mamá laboral" que te haya dado "alas"? Cuéntame qué aprendiste de esa persona.
En esos momentos de "pollito extraviado" o de frustración, ¿qué te ayuda a encontrar el ritmo y la melodía en un nuevo "compás" de tu vida?
Referencias:
*1 "Cacofonía." Wikipedia, La Enciclopedia Libre, última revisión [10 de julio de 2025], disponible en: https://es.wikipedia.org/wiki/Cacofon%C3%ADa
Imagen: Orquesta Filarmónica de Málaga. Fuente: Las Repúblicas

Admiro la valentía con la que afrontaste cada obstáculo o prueba en tierras extranjeras. Esas cacofonías que mencionas no son para nada fáciles y menos aún cuando estás tan lejos de tus seres queridos que son un apoyo fundamental en nuestro paso por éste mundo.
ResponderEliminarPresentarte ante el mundo representa un reto en todo su esplendor, pues tenemos diferentes culturas y es una aventura lanzarse al río de personas que nos encontramos en cualquier empleo. Ahora sí hablamos en términos musicales y te pongo como la directora de la sinfonía que creaste, diría que fuiste Dudamel! Si, nuestro máximo representante en el sistema de orquestas.
Contestando tu pregunta final, ¿que me ayuda a encontrar el ritmo y la melodía en cada nuevo compás?, pues pensar que siempre vamos a tener la oportunidad de crear una nueva sinfonía con el ritmo y el compás que me ayude a seguir adelante.
Gracias por conectar con esta historia y conmigo Harley!
EliminarTu comparación con Dudamel me llenó de orgullo. Y tu respuesta a mi pregunta final es perfecta: saber que "siempre vamos a tener la oportunidad de crear una nueva sinfonía" es la melodía que me guía en cada nuevo compás. ¡Grazie mille por esta hermosa perspectiva!