Planificando el Caos: Un domingo, mucho film y un auto muy "empaquetado"

 

Hey, 

Hoy te invito a que me acompañes en una pequeña anécdota que guardo con mucho cariño, y también con una pizca de enojo, de mis días en "Berlín". Si has llegado hasta aquí, sabrás de qué hablo; si no, te pongo al tanto: "Berlín" fue mi primer empleo "serio" en Chile.

Los domingos en la planta de pan "Berlín" eran mi dosis semanal de surrealismo. Como planner de mantenimiento, mi misión era asegurar que ni un solo pancito se quedara sin hornear por una avería. Mis fines de semana tenían una dulce ironía: mientras el mundo disfrutaba del brunch, yo me paseaba entre tuberías y engranajes, cual exploradora de averías preventivas.Pero estos domingos, con la planta medio vacía y el aroma a levadura fermentada en el aire, se convertían en el escenario perfecto para las travesuras de mi equipo de técnicos. Eran unos genios con las máquinas, y unos artistas del ocio.

Ese domingo en particular, estábamos con el "Horno", una máquina tan grande que parecía tragarse el tiempo. Los técnicos, liderados por el inigualable "César" —un tipo con más historias que tornillos en el bolsillo—, estaban supuestamente haciendo el mantenimiento preventivo. Digo "supuestamente" porque el ritmo era el de una tortuga con resaca. Los técnicos, un equipo peculiar donde el ingenio superaba a veces a la formalidad, estaban con su habitual ritmo... pausado. Sospeché desde el inicio que tramaban algo. Me ofrecían café cada cinco minutos (sabiendo que yo no tomo café) y alargaban las explicaciones de cada ajuste como si estuvieran recitando poesía industrial. -Tranquila, jefa-, me decía Johnny, el más bromista, con una sonrisa que olía a travesura. -Esta belleza va a ronronear como gatito enamorado para cuando usted se vaya-.

Después de lo que parecieron horas, y de haber escuchado tres veces la misma anécdota de César sobre una revolvedora rebelde, decidí que mi paciencia había leudado lo suficiente. -¡Listo, muchachos! Ya revisé todo, Gracias y Buen Trabajo. Nos vemos el lunes-, anuncié, recogiendo mi libreta. Las miradas que intercambiaron César y su equipo fueron dignas de un Óscar a la disimulación.

Al abrir la puerta que daba al estacionamiento, el sol me dio de lleno. Me froté los ojos y, al enfocarse la vista, me quedé muda. Mi humilde autito, mi fiel "Peque", estaba allí, pero no como lo recordaba. Parecía una gigantesca ofrenda al dios del envoltorio, ¡completamente cubierto con capas y capas de papel film transparente! Brillaba bajo el sol como un insecto gigante atrapado en su propia telaraña.




Mi primera reacción fue una risa incontrolable. ¡Eran unos payasos! Allí, apoyado en un pilar, con los brazos cruzados y una sonrisa que le llegaba hasta las orejas, estaba César. -Queríamos darle un poco de 'protección extra' para el camino, jefa-, soltó con su voz grave, conteniendo apenas la carcajada. Me acerqué a mi "Peque", riendo a carcajadas mientras Miguel (otro de los técnicos), con una tijera de podar (¡¿de dónde la sacó?!), se acercaba para ayudarme a "desenvolver el regalo".

Y así, en medio del estacionamiento de la panadería, con el aire aún cargado del dulce aroma a pan, pasamos los siguientes veinte minutos en una especie de sesión de "desembalaje extremo". Cada tira de film que quitábamos revelaba otra, y las risas de César y las mías resonaban por toda la planta. Fue un domingo inesperado, una "sorpresa" con demasiado plástico, pero que terminó siendo una de las anécdotas favoritas de mi tiempo como planner en "Berlín (Amasando Sueños o Rabietas)". Y sí, desde ese día, los domingos en la planta tuvieron un brillo ligeramente diferente.

Este episodio en la planta, fue solo una prueba más de que, por mucho que intentemos planificar, organizar y controlar, siempre habrá un técnico con una bobina de papel film esperando, para recordarnos que la existencia se desenvuelve a su propio ritmo impredecible. Y quizás, es precisamente en esos momentos de caos inesperado donde encontramos las historias más memorables, las risas más auténticas y las conexiones más curiosas.


¿Qué tipo de experiencias inesperadas han marcado tus inicios en un nuevo trabajo o etapa de tu vida

¿Crees que el humor es un ingrediente esencial en el ambiente laboral? ¿Por qué?

 


Comentarios

  1. Totalmente...El humor es clave. No solo aligera el ambiente y reduce el estrés, sino que también ayuda a crear un sentido de compañerismo y pertenencia

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  2. ¡Las anécdotas con humor en el trabajo son las mejores!. Te ayudan a crear conexiones únicas que te marcan. Esos son los momentos que nos hacen ver que no todo en el trabajo, es trabajo! :)

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  3. ¡¡¡Me encanta, que estén de acuerdo!!! La clave siempre será Sonreir y hacer el día más agradable

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