Algoritmo del día: Cuando la ansiedad se sienta a desayunar contigo


Hoy me desperté con la ansiedad sentada al borde de mi cama. Ni siquiera me dio los buenos días. Solo estaba ahí, con esa mirada que ya conoces, como quien dice: -¿Y entonces? ¿Ya resolviste tu vida, o seguimos en modo caos existencial con extra de... nada?-

Spoiler: seguimos en modo caos. Y, para ser honesta, la vida en ebullición.

La Maratón Emocional sin Zapatillas (y sin Flips)

Entre las tensiones del día a día en casa –esas pequeñas diferencias que surgen cuando la convivencia es intensa y las perspectivas chocan–, la constante búsqueda de ese "empleo ideal" que parece huir de mí como si le debiera dinero, los platos que misteriosamente se niegan a lavarse solos y el intento casi heroico de emprender con Instagram y mi blog, siento que estoy en una maratón emocional sin zapatillas ¡Auch¡. Y sin Flips. Lo peor de todo.

A veces, la respuesta a esas presiones es una mezcla de silencio que grita, unas ganas incontrolables de llorar a moco tendido y un impulso primario de salir corriendo a abrazar el árbol más cercano, pidiéndole que me absorba la energía negativa. No sé si es el inicio de la madurez o la antesala de una desesperación digna de película, pero aquí estoy, respirando hondo, tratando de no gritarle a nadie (ni a mí misma, que es lo más difícil cuando la cabeza es una olla a presión).

Crear en Medio del Caos: Mi Acto de Fe

Mientras tanto, en medio de este remolino interno, intento crear contenido. Escribir algo que tenga sentido, que resuene. Que inspire, quizás. Que diga, sin tapujos: “Ey, tú, que me lees, no estás sol@ en esto. Yo también estoy tratando de no desmoronarme mientras subo una historia con filtro cálido y un caption profundo que por dentro es un grito de auxilio disfrazado de resiliencia.” Es un acto de fe.

La Ancla Inesperada: La Conexión a Distancia

A veces, en la superficie, parece que la vida sigue su curso con sus altibajos, sin nada extraordinario a la vista. Pero en este proceso, algo muy importante sí está sucediendo. El día anterior, cuando la ansiedad empezó a asomar, Rubi, mi amiga, apareció como una lucecita. Su presencia no fue física, fueron sus mensajes, esas palabras escritas que cruzaron la distancia, las que se convirtieron en mi ancla esta vez. Su apoyo, tan real a pesar de la virtualidad, fue un recordatorio tangible de que no estaba sola en esa batalla invisible. En sus mensajes, en cada frase de aliento, encontré el apoyo que me permitió no naufragar en medio de la tormenta. Esa conexión, fue el primer peldaño para empezar a construirme de nuevo. Porque es así no? Nos construimos siempre un poquito todos los días. 

La Fuerza de la Vulnerabilidad y la Conexión Humana

Porque cada vez que escribo, me encuentro en esas palabras. Cada vez que comparto un pedacito de mi vulnerabilidad, me libero un poquito de ese peso invisible. Sé que todo esto, este batallar con la ansiedad, este intento de crear en medio del caos, este viaje sin zapatillas... vale la pena. Vale cada suspiro, cada lágrima no derramada y cada frase escrita. Porque en la conexión, en esa mano extendida como la de Rubi a través de la pantalla, se encuentra la fuerza. Esta experiencia me reafirma que, incluso en nuestros momentos más vulnerables, la capacidad de abrirnos y permitir que otros nos tiendan la mano (física o virtualmente) es lo que nos permite no solo sobrevivir, sino también reconstruirnos y encontrar un nuevo sentido. La resiliencia no es la ausencia de dolor, sino la capacidad de enfrentarlo acompañados.



Así que sí, la ansiedad es mi compañera de desayuno no invitada, y el caos es mi ambientación preferida (al parecer). ¿Tú también tienes días así? ¿Cuál ha sido tu momento "maratón emocional sin zapatillas"? ¡Cuéntame tus propias batallas con el desorden existencial!



Comentarios

  1. Sintiéndome muy similar. No estamos solas! Un abrazo!

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    1. Así es, no lo estamos!! 🌸✨ abrazo de vuelta ! Y en gratitud infinita por leerme mi Domi!

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