Del Abismo al Cielo Vasto: La Reinvención Después de la Caída

 

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Hay momentos en la vida en que el universo decide ponerte de rodillas. Es una caída lenta, casi imperceptible al principio, como si la tierra se fuera hundiendo bajo tus pies sin que te des cuenta, hasta que de repente, miras hacia abajo y estás en un abismo. Yo lo sé bien.

El Contraste: Sueños de Italia y la Cruda Realidad del Regreso a Chile

La historia comienza con el dulce recuerdo de Italia. Esos meses de pasta, arte y sueños eran un lienzo vibrante que pintaba un futuro prometedor. Pero el regreso a Chile en ese 2022 fue un golpe de realidad, un eco doloroso que me recordaba la distancia entre el anhelo y la realización. La nostalgia me invadía mientras luchaba por materializar aquello que tanto deseaba. A menudo, subestimamos el poder de esos regresos, cómo nos confrontan con lo que éramos y lo que aún no somos, tejiendo una red invisible de expectativas y frustraciones.

La Montaña Rusa de Éxitos y las Primeras Grietas

Luego vino el desempleo, dos meses de incertidumbre que se sintieron eternos. Quién diría que terminaría agradeciendo la oportunidad de trabajar en una constructora, haciendo algo completamente distinto, algo que no era "lo mío". Pero la vida es curiosa, y justo cuando menos lo esperas, el destino te sonríe. Llegó el empleo soñado, ese que marcaba un antes y un después, y poco después, la noticia de la nacionalización, un hito que sellaba una nueva etapa. Todo esto, cada triunfo, cada paso, lo viví y lo compartí con aquel hombre. Me entregué por completo a él, construyendo juntos la imagen de un futuro que parecía tan claro, tan nuestro. En la vorágine de esos éxitos compartidos, creíamos que éramos invencibles, que el plan estaba trazado y que la felicidad era una certeza. Qué ingenuos somos a veces al creer que la vida es una línea recta de ascensos.

Cuando el Mundo se Viene Abajo: La Acumulación de la Tristeza

Pero la vida tenía otros planes. Ese mismo año, el mundo se me vino abajo. Primero, la noticia de la muerte de mi padre biológico. Un golpe que me dejó sin aliento. Y apenas unos meses después: la pérdida de mi primo hermano, un lazo de sangre que se rompió demasiado pronto. A esto se sumó un profundo quiebre en mi esfera familiar más íntima, un pilar que creí inamovible y que de repente ya no estaba ¿Es posible prepararse para la acumulación de la tristeza? Pareciera que cada pérdida abría una grieta más profunda, exponiendo una vulnerabilidad que yo, en mi eterna euforia, nunca había reconocido.

El Deterioro de la Salud Mental y el Reencuentro con la Vulnerabilidad

No sé si ya venía en picada, pero lo que sí sé es que mi salud mental se deterioró de una forma que nunca imaginé. Empecé a sentir que me estaba apagando. Esa luz que siempre fui, esa sonrisa constante, ese "push" para los demás, se desvanecía. La tristeza era profunda, un manto pesado que me envolvía y no me dejaba respirar. No era yo. Recuerdo ir de neurólogos para intentar recuperar la calidad de mi sueño, a psicólogos y especialistas que me miraban con una mezcla de comprensión y preocupación. Todos apuntaban a lo mismo: había vivido toda mi vida en un estado de euforia constante, y aunque eso me había dado una fortaleza aparente, no era sostenible. Me había vuelto más consciente de que existían otras emociones, más allá de la alegría y la fuerza inquebrantable que siempre había proyectado. Esa amiga que siempre animaba a los demás, que era el pilar para muchos, se dio cuenta de que quizás no había sido ese pilar para sí misma. ¿Cómo te salvas cuando has dedicado tu energía a salvar a los demás? La respuesta, dolorosa, era que primero debías reconocerte en la oscuridad.



Anclas en la Desesperación: La Medicación y el Apoyo de Mateo

Llegó la época de la medicación, una ayuda para mitigar esa tristeza tan inmensa. Recuerdo llorar hasta más no poder, y Mateo, siempre Mateo, me contenía en sus brazos, me calmaba como si fuera un bebé pequeño. Había momentos en que la ansiedad me invadía de tal forma que tenía que tomar una ducha fría en pleno invierno, solo para sentir algo, para regresar a mi cuerpo. Mateo supo contenerme por meses, y al día de hoy, su apoyo es algo que agradezco profundamente. En esos momentos de desesperación, la contención externa es un ancla vital, un recordatorio de que, aunque te sientas roto, hay quienes te ven y te sostienen (de esas amistades hablaremos más adelante).

De la Pérdida a la Transformación: No la Misma, Sino Mejor

Me sentía perdida, una versión disminuida de mí misma, y pensaba que nunca volvería a ser quien fui. Y sí, es cierto: después de pasar por esa etapa, no he vuelto a ser la misma. Durante mucho tiempo, esa verdad me aterrorizó. Era como si hubiera perdido una parte esencial de mi ADN, de mi identidad. Miraba al espejo y, aunque reconocía mis facciones, no me reconocía en la mirada, en la chispa, en la energía que solía desbordar. Había una desconexión palpable entre quien creía ser y la realidad de mi estado interior. Pero lo que antes percibía como una pérdida, una fractura irreparable, un abismo que jamás podría cruzar, hoy lo veo como una transformación profunda. La imposibilidad de volver a ser "la misma" es, en retrospectiva, una liberación inesperada y poderosa.

¿Por qué querría ser la misma? La Jóeneth de antes, la de la euforia constante, a menudo vivía detrás de un cristal protector, un escudo brillante que la aislaba de las profundidades de su propia existencia y de las verdades más crudas de la vida. Ahora soy capaz de sentir con más profundidad, de habitar no solo la alegría más efervescente, sino también la melancolía más serena, de reconocer y permitir cada emoción en su espectro completo, sin juzgarlas. Entiendo la vulnerabilidad, la mía y la de los demás, no como una debilidad que debe ocultarse, sino como la esencia misma de nuestra humanidad compartida, la fibra más auténtica que permite una conexión real y significativa. Es como si el velo se hubiera caído, permitiéndome ver el mundo y a mí misma con una honestidad brutal y, a la vez, profundamente liberadora.

Un Respiro, una Renuncia y un Nuevo Comienzo en Venezuela

Necesitaba un respiro, un cambio de aire. Decidí tomarme un break para regresar a mi país  unas semanas, trabajando de forma remota. Me llené de ellos, de mi familia, de mis raíces, pero quedé con ganas de más, de un respiro verdadero, sin ataduras. A veces, la cercanía de lo familiar es un bálsamo, pero también un espejo que te muestra que la curación es un viaje interno, no un destino geográfico.

Al regresar a Chile y a mi trabajo, me di cuenta de que no estaba al 110%. Las pastillas me aturdían, mi energía no era la misma, y no estaba poniendo las ganas que debía. Así que, tomé una decisión radical: renunciar. Necesitaba tiempo, un espacio para sanar de verdad. Esta decisión, aunque aterradora, fue un acto de amor propio, una rendición a la necesidad más profunda de mi ser.

Pero esa sanación no llegó en esos meses de descanso como yo esperaba. La tristeza seguía ahí, latente. Fue entonces cuando tomé otra decisión impulsiva y valiente: volver a Venezuela en diciembre de ese año. Justo en ese momento, como si el destino me estuviera esperando, recibí esa llamada de Berlín (sí, la empresa del pan). Y decidí aceptar. Y sí, en enero regresaría a Chile para trabajar desde allí con ellos por un par de meses... pero esa, queridos, es una historia para otro día.

Hacia un Nuevo Vuelo: Alas Diferentes, Cielos Más Vastos

Ese regreso a Venezuela en diciembre, esas semanas llenas de encuentros y cosas por hacer, fue el verdadero comienzo de mi vuelta. No como la misma yo, sino como una versión diferente, más consciente, más fuerte en mi vulnerabilidad. Fue el inicio de encontrar una nueva brújula interior, una que me guiaba no a la euforia constante, sino a una paz más profunda y real, tejida con los hilos de la experiencia y la resiliencia. Porque a veces, caer es la única manera de aprender a volar de nuevo, con alas distintas, que quizás no lucen tan brillantes como las anteriores, pero que te llevan mucho más lejos, a cielos más vastos y verdaderos.


¿Cómo has lidiado tú con la acumulación de tristeza o golpes emocionales en tu vida?

¿Qué te ha enseñado la vulnerabilidad sobre ti mismo/a o sobre la vida?





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